Mi amor, Victória…
Tus
ojos son la luz de mi vida;
Tu
pelo es el manto que me calienta en el frio;
Tus
hombros me sostienen en la debilidad;
Tu
boca es la sagrada fuente de mi placer.
¡Perdona
mis miserias!
¡Perdona
mis errores!
Y
vuelve a aceptarme en tu corazón.
Yo
soy demasiadamente humano.
Daniel
Viana
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